.

Somos un Grupo de personas que buscan entender un poco más la problemática de nuestro país, con el fin de diseñar una estrategia inteligente y factible para solucionarla. Estamos convencidos que no podemos lograrlo solos, por lo que te invitamos a que con toda libertad nos compartas tu perspectiva. Cada opinión cuenta. Cada idea puede hacer la diferencia. ¡Bienvenido! (ver nuestras Credenciales)

lunes, 30 de agosto de 2010

¿Festejar o no Festejar el Bicentenario?

por Omar Viazcán
Máster IPADE 2008-2010


“No juzgues a los demás por lo que han sido, ni siquiera por lo que son, sino por lo que pueden llegar a ser.”
Como mexicano, sé que muchos de ustedes comparten mi frustración cuando se dan cuenta de la manera tan infantil como muchos extranjeros suelen percibirnos: un ranchero con sombrero, dormitando con una botella de tequila en la mano y recargado en un nopal. Sin embargo, es claro que pocos extranjeros realmente creen que llegarán a México y encontrarán nopales por las calles en renta para la siesta. Para la mayoría de la gente, esta imagen es una metáfora de lo que perciben predominante en nuestra cultura.
Aunque esta imagen no deja de ser bastante subjetiva, no cuesta mucho trabajo entender lo que sus elementos representan: el sombrero, muestra de nuestro estilo rudimentario, conforme y con un lenguaje bastante “pintoresco”; el tequila, representación fiel de nuestro gusto por festejar y pasarla bien, aunque también por lamentarnos por nuestras penas; el nopal, sinónimo de resignación ante las adversidades con las que día a día coexistimos; y finalmente, la siesta, demostrando nuestra típica actitud ante la vida, dejándola pasar, haciendo lo que sabemos hacer mejor: escapar de nuestra realidad en lugar de enfrentarla y abrazarla.
Por más que me disguste lo injusto que es el uso de estereotipos para generalizar las características de la población de todo un país, creo que sí he escuchado de gente que suele comportarse bajo ese esquema. Pensándolo bien, incluso puedo pensar en algún amigo o conocido que no sale demasiado de esa metáfora. Bueno, para ser honestos, no le vayan a decir a nadie pero creo que incluso ha habido ocasiones en las que si algún extranjero me hubiera conocido, hubiese pensado que esa metáfora nos representa mejor de lo que pensaba.
Hace poco recibí un correo cadena en el que se invitaba a los mexicanos a NO festejar el bicentenario, y se criticaba fuertemente al gobierno por gastar tanto en el festejo y por tenernos en un país vergonzante. No sé tú, pero creo que estos correos atacan el aspecto de la metáfora que menos daño nos hace, olvidando los aspectos que realmente ocasionan problemas.
El no festejar el bicentenario a manera de protesta mantiene dos supuestos que me parecen desafortunados. El primero es que el que protesta, considera que los problemas que aquejan a nuestro país son causados por otros. No se ve como parte del problema, no reconoce su pedazo de culpa, su propia actitud con que, como ser humano, ha aportado al “dejar pasar” las cosas. Dejar de festejar…, callar…, ¡Bonita solución! Estoy de acuerdo que si algunos mexicanos pasaran menos tiempo alcoholizados y más tiempo con sus familias o buscando soluciones, las cosas se verían muy diferentes. Sin embargo, creo que eventos como el bicentenario, son capaces de recordar a más de alguno nuestras raíces, nuestras luchas, nuestros errores y aciertos pasados, logrados por personas no más o menos humanas que nosotros. El no festejarlo, el ignorarlo todo en actitud de vergüenza no creo que nos coloque en una actitud mental adecuada para aprovechar esta riqueza.
El segundo supuesto que mantiene esta propuesta, es el de que indignarse de nuestro país es beneficioso de alguna manera. Esto sería como decir que el rechazo de unos padres a su hijo por no haber obtenido excelencia académica le ayudarán a ser un mejor estudiante. Nosotros no amamos a los nuestros porque son los mejores, sino porque son nuestros. No es en la vergüenza o indignación de su gente donde México encontrará respuestas a sus incógnitas, o mejores ciudadanos que transformen su sociedad. Primero hay que aceptarle como es. Hay que amarle. Y no me refiero a un amor ciego e idealista que pase por alto las imperfecciones, sino un amor que las reconoce y que busca los problemas de raíz de manera activa y paciente. Es sólo bajo una actitud de aceptación por lo que somos y tenemos, por lo que hemos logrado a pesar de todo, y el entendimiento de lo que podemos lograr, que podemos romper el círculo vicioso que nos tiene ensimismados y recargados en un nopal auto-lamentando nuestras penas.
Cada quién es libre de vivir su bicentenario como mejor le parezca, pero si me preguntas a mi, yo buscaré aprovechar los festejos para recordar continuamente el abrazar a mi gente, el no dejarme llevar por la tentación de la complacencia, y el establecer conversaciones relevantes con quien se deje, para entre todos encontrar una manera realista de transformarnos y transformar a nuestro país en el lugar que siempre fue destinado a ser. Y ¿por qué no?, brindar con un tequila junto a mis amigos, por el orgullo de pertenecer a un país que va a salir adelante de su estancamiento, pues aún existen mexicanos como tú y cómo yo que vamos a dedicar nuestras vidas a la misión de lograrlo.



Omar Viazcán
Máster en Dirección de Empresas 2008-2010

IPADE Business School
Ciudad de México, México

Mobile: +52(55) 1395 5589
Email: oviazcan@omarviazcan.com
IM: oviazcan (Skype)

LinkedIn
Mi Blog
Mi Música


Descubre a quién conocemos en común